Los hermanos Trias y Pujol
(vídeo en catalán)
El Hospital Universitario Germans Trias y Pujol debe de su nombre a dos cirujanos nacidos en Badalona a finales del siglo XIX: Joaquim y Antoni Trias y Pujol.
El centro ha editado un vídeo para explicar quién eran estos ilustres médicos. El vídeo se basa en las entrevistas a algunas de sus hijas y a un nieto de Joaquim, el doctor Marc Antoni Broggi, quien fue jefe de servicio de Cirugía General y Digestiva y presidente del Comité de Ética Asistencial de Germans Trias.
El doctor Broggi, que es a la vez hijo del reconocido cirujano Moisès Broggi, también explica en este escrito quién eran los hermanos Trias.
A principios de la década de 1980 se propuso el nombre de “Germans Trias i Pujol” para el hospital que se construía en los terrenos de Can Ruti. ¿Quiénes fueron esos hermanos para que fueran elegidos como patronímico?
Fueron dos habitantes de Badalona que llegaron a ser cirujanos destacados e innovadores, así como catedráticos de la universidad y comprometidos en su mejora. Joaquim y Antoni Trias i Pujol nacieron en 1888 y 1891, respectivamente. En estos años nacía también la cirugía como tal, gracias a la anestesia y a las ideas de Líster sobre la antisepsia (y más tarde también las de la asepsia), y se introducía por estos lares de la mano de Salvador Cardenal y de Miquel Fargas, que se atrevieron con las primeras laparotomías del país.
Formación y carácter
Cuando nuestros biografiados obtuvieron la licenciatura, en 1910 Joaquim y en 1914 Antoni, esta fase ya estaba consolidada en Barcelona; ya se esterilizaba material y se utilizaban guantes, bata y máscara; la cirugía gástrica era asequible para Cardenal; Ribas i Ribas frecuentaba la cirugía biliar, y Raventós empezaba la de recto. Fargas, dedicado a la ginecología, luchaba, además, por una difícil renovación universitaria, esfuerzo que influyó mucho en Antoni, que, además de adquirir relaciones familiares con él, fue un seguidor suyo, entusiasta y eficaz.
El mayor de los Trias, Joaquim, acabada la carrera de Medicina y la de Farmacia lleva a cabo el doctorado en Madrid en 1911. En ese mismo año, se hace médico militar y, como capitán en la Guerra de Marruecos, adquiere experiencia en cirugía de guerra. En 1916 regresa y gana la cátedra de Anatomía Topográfica y Operaciones de Granada. Y en 1920, después de Zaragoza, es trasladado a Barcelona, donde ya será catedrático de Patología Quirúrgica en el recientemente creado Hospital Clínic. En las lecciones y en las publicaciones demostró un especial interés por explicarse y explicar las bases de la cirugía, especialmente la anatomía quirúrgica y la fisiopatología.
En cuanto a Antoni, fue catedrático de Patología Quirúrgica en Salamanca en 1920, donde dio lugar a polémicas sobre docencia y donde hizo amistad con Miguel de Unamuno. Hacia 1927 se traslada a Barcelona, donde reencuentra a su hermano en el hospital y en la Clínica Fargas, y con él inicia un esfuerzo maduro de renovación de su entorno, cada uno a su manera. Porque es necesario decir que presentaban diferencias de carácter evidentes: Joaquim tenía una capacidad de análisis dirigido, especialmente, a la comprensión, ya sea de los fenómenos científicos o de las personas. Antoni, en cambio, estaba más enfocado a la acción, a la decisión oportuna y justa. Sin embargo, ambos tenían muchas cosas en común: un sentido crítico despierto; un gusto por la unión de inteligencia y bondad; una pasión por la cultura del arte de la conversación; un humor saludable, y una digna imperturbabilidad demostrada en momentos buenos y adversos.
Aportaciones
En cirugía también tenían una actitud similar. Abandonando el hábito general de la rapidez, optaron por una cirugía más meticulosa (por ejemplo en la hemostasia y la manipulación), que pronto mostró su superioridad. En palabras de Joaquim, el éxito del cirujano, dependía más de ser respetuoso que de ser brillante... Esta característica definitoria hizo que se hablara de una sola escuela quirúrgica, y además, de ella surgieron pronto iniciativas fundamentales. Antoni vio la importancia radical de la anestesia como especialidad y encargó al Dr. J. Miguel una dedicación total después de formarse en Oxford. Esta situación hizo posible el resto, por ejemplo, la incorporación de uno de los primeros aparatos de hiperpresión posibilitó la cirugía torácica a través del Dr. A. Caralps. También la neurocirugía fructificó con el Dr. A. Ley, que se marchó para ello a Estonia y Boston.
El Dr. Rodríguez Arias fue quien se dedicó a la angiocirugía. Con la misma idea, Antoni Trias se preocupó también de la básica formación de enfermería y propició una escuela modélica. Joaquim, con la mirada puesta en las urgencias como necesidad ciudadana, quiso mejorar la práctica de la traumatología, practicada por cirujanos con bastante confusión de criterios. Viajó a Viena a visitar a Buhler, con Jimeno Vidal, y al volver organizó un servicio de urgencias reconocido en todas partes y un dispensario especializado. Es lógico que fuera el primer presidente de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Además, la experiencia de esta escuela del Clínic tuvo, después, una influencia primordial en el tratamiento adecuado de muchos heridos; porque la idea de tratar las fracturas abiertas como si fueran ya osteomielitis, con cura oclusiva de Orr, fue adaptada por los cirujanos del ejército republicano. Y, después de que Josep Trueta la sistematizara y diera a conocer, obtuvo un reconocimiento amplio durante la guerra mundial. Trias, junto con Corachán y Ribas, fundó la Revista de Cirugía de Barcelona y el Boletín de la Sociedad de Cirugía para acoger un debate científico, y potenciaron la Academia de Ciencias Médicas, de la cual fueron presidentes.
Una aportación fundamental fue una experiencia de reforma universitaria que todavía hoy en día es motivo de estudio y admiración: la primera Universidad Autónoma. Antoni se dedicó a la organización general del Patronato, a sentar sus bases y a defenderlas contra la reacción de algunos. Joaquim, desde su sitio como decano (que ocupó durando nueve años), y con August Pi Sunyer, ayudó a reconvertir la Facultad de Medicina. Abrieron las puertas a hombres eminentes que habían quedado al margen de la misma: Puig Sureda, Emili Mira, Lluís Sayé, Ribas i Ribas, Manuel Corachán, Jacint Raventós, Ignasi Barraquer y otros, y en la mayoría de centros (Sant Pau, Sagrat Cor). Se introdujo la contratación de profesores, los exámenes y las clases por grupos de asignaturas, la priorización de la formación práctica, el acceso de alumnos al claustro, bilingüismo, el debate abierto. Era un camino alentador que pronto elevó el nivel docente y, siguiendo un modelo más anglosajón, emprendió una rica simbiosis entre universidad y sociedad.
Pero todos estos impulsos ilusionados los truncó el resultado de la guerra, y los dos hermanos formaron parte del gran éxodo intelectual que la siguió. Joaquim se exilió con 51 años a Francia, donde siguió operando hasta que las tropas alemanas ocuparon todo su territorio. Entonces se exilió a Andorra, donde organizó el primer quirófano en su propia casa. Volvió a España en 1947 a pesar de que le hubieran arrebatado la cátedra y el servicio. En 1948 fue a la cárcel por negarse a transgredir el secreto profesional de un enfermo suyo, y no salió de ella hasta que el clamor de una campaña europea lo puso como ejemplo de valor cívico y de integridad moral. En 1954 fue contratado por la cátedra de cirugía de Mendoza, en Argentina, donde reencontró la añorada vida universitaria.
Antoni, en cambio, decidió en 1939 instalarse definitivamente en el exilio y, como tantos otros profesionales, lo hizo en la América Latina, en Bogotá, donde continuó trabajando con el ahínco de siempre.
Un nombre representativo
Joaquim, después de una vejez jovial, con paseos por los estimados cerros de Canyet y de la Conreria, murió en Barcelona en 1964. Antoni, todavía en activo a pesar de su edad, murió repentinamente en verano de 1970 en un pueblecito de la costa.
Este es un breve esbozo de los dos hermanos Trias i Pujol, cuyo nombre se ha escogido para un hospital de referencia y universitario como es el nuestro.
Marc Antoni Broggi